sábado, 24 de agosto de 2013

Con piel de lobo

No me pidas la calma de praderas
en que pastan su certeza  las ovejas.

No reclames la paz
cuando has nacido para vivir en guerra.
Ni esperes compasión y treguas
de este devoto enemigo que te asedia.

No pretendas de mí más que la osadía
de deshacer relojes con caricias
dibujarte los mapas del tesoro con la lengua
destejerte y tejerte un palacio entre las piernas.

Seré tal vez ese que pasa con ganas de quedarse
a levantar contigo una ciudad sin policías
una aldea de besos
una iglesia sin rezos
un recuerdo que no duela.

Ese viento que te haga dudar entre dos pasos
y que te pida volver al lugar
en el que supiste
de verdad
quien eras.




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